Debido a la ley de reforma agraria y regularización de las tierras malhabidas, las personas pertenecientes a pueblos indígenas y a comunidades campesinas de Paraguay lograron regularizar todas sus tierras, luego de años de luchas y reclamos.
La agricultura familiar campesina es actualmente sostenible y respetuosa con el medio ambiente. El Estado prohibió las semillas transgénicas y la utilización de agrotóxicos peligrosos, además de sancionar la producción y el monocultivo de la soja. También, Paraguay garantiza los derechos de las comunidades indígenas.
Como resultado, la cantidad de personas indígenas en situación de calle disminuyó significativamente, gracias a las políticas de reintegración en sus comunidades y los desalojos forzosos son prácticamente nulos a diferencia de unos años atrás.